Puertas de interior: tipos y renovación
Las puertas de interior tienen aspecto, en muchos casos, de madera, pero no siempre son de ese material. Hay varios tipos: las puertas lacadas suelen ser de DM o aglomerado (a no ser que sean antiguas), imprimadas y lacadas a pistola con varias manos de laca industrial muy resistente. En cuanto a las de madera maciza, normalmente tienen estructura panelada: hechas con una serie de piezas de madera maciza que sujetan unas tablas en forma de paneles, más finas. Las más ligeras y baratas son las de tablero de celdillas; se componen de una estructura de listones que, a modo de marco, sujetan un tablero interno de celdillas, que se oculta por dos tablas chapadas a modo de “sándwich”.
Muchas veces vamos a renovar una puerta y se nos ocurre darle un acabado lacado o pintado, para modernizarla y que dé más sensación de ligereza. Así que cogemos el esmalte-laca o la pintura acrílica y… ¡adelante! Damos una mano de producto con la brocha y el rodillo, y cuando se seca comprobamos desolados que se ha agrietado. Eso ocurre por no preparar bien la superficie. Para arreglar el desaguisado, hay que lijar con lija nº 280 hasta alisar el producto, dar una mano de selladora sintética con rodillo de esmaltar, y después aplicar dos o tres manos de laca con un rodillo similar. Y si lijamos entre manos con lija nº 600, mucho mejor.
Las puertas lisas son sencillas y elegantes, pero a veces nos apetecería tener algo más historiado y clásico para complementar la decoración de nuestras casas. Lo bueno que tienen este tipo de puertas es que resultan muy fáciles de decorar. Una buena idea es colocarles molduras, para así imitar a las clásicas puertas paneladas. En los centros de bricolaje existen molduras ya cortadas a inglete y con formas curvas o rectangulares, que se pegan directamente sobre la superficie de la hoja con adhesivo de montaje. Antes sólo hay que pintarlas del color que más nos guste… ¡Y listo!